viernes, 15 de febrero de 2008

Bajo juramento



















En diciembre de 2007, el fiscal Long se presentó a declarar como testigo y BAJO JURAMENTO en la Investigación Penal Preparatoria Nº 135.778. El objeto de esa investigación es, exclusivamente, la supuesta amenaza recibida por Long cuando le enviaron una bala idéntica de la que se usó para dar muerte al Dr. Felipe Glasman, y una nota cuyo contenido no conocemos. Terminada su declaración, en la que no aportó ningún dato ni hipótesis sobre el origen de la amenaza, se habló de un tema absolutamente irrelevante respecto del cual el fiscal Petersen no debería haberle recibido declaración. En efecto, una vez que Long declaró sobre la supuesta amenaza, cambió de tema y declaró, BAJO JURAMENTO, lo siguiente:

“En relación a la publicación del diario local La Nueva Provincia que luce agregada a fs. 16 señala que en la misma se hace referencia a la situación que vengo exponiendo por lo que nada más cabe agregar al respecto. Y en relación a otro párrafo de consideraciones que se me atribuyen, señalo que en ninguna oportunidad manifesté en medio alguno haber sido objeto del delito de amenazas por parte de Abogados de Foro local. Lo que sí dije y repito es que recibí advertencias por parte de ciertos abogados que califiqué de pseudo mafiosas. Que si bien las advertencias siempre siempre fueron sutiles, o si se quiere ‘en tono amigable’, hay que tener en claro que las mismas no eran efectuadas por amigos míos sino hechas por los diferentes abogados que de una u otra manera representaban o representan a la Asociación Médica. He escuchado por parte de esos letrados, en innumerables veces, que si se investiga al Secretario General de la Asociación Médica, reitero ‘en tono amigable’, me iban a volver loco, que me metía en un camino sin salida, que son gente poderosa, que manejan el Colegio de Abogados como quieren y que incluso me podía llegar a costar el cargo. Que uno de esos abogados en el mismo acto en que se desarrollaba una diligencia de allanamiento en la Asociación Médica, manifestó a viva voz ‘que como no le había avisado previamente que se iban a llevar a cabo los allanamientos’. Que jamás me sentí amenazado por esas manifestaciones ni por esas personas no dándoles ninguna importancia y tomándolas como excesos verbales en una especie de excesivo celo en el ejercicio de la representación de sus asistidos, ni mucho menos me perturbaron ni afectaron la dirección de la investigación. Preguntado por lo que quisiera agregar, manifiesto que las advertencias que me fueron efectuadas durante meses, una vez realizados los allanamientos a la Asociación Médica, se fueron cumpliendo, y enumero algunas de ellas solo a título ejemplificativo: pedido de Jury de Enjuiciamiento ante la Suprema Corte de Justicia, denuncia ante la Procuración General, denuncia ante el Colegio de Abogados de San Isidro, denuncia ante el CELS y distintos organismos de derechos humanos, y pedido de recusación”.

La denuncia ante la Procuradora fue presentada por la Dra. Nidia Moirano y puede ser encontrada en la sección "documentos". La recusación fue interpuesta por el apoderado de la AMBB, Mariano Silvestroni, y también puede ser leída en la sección "documentos". Finalmente, el pedido de Jury de Enjuiciamiento, la denuncia ante el Colegio de Abogados de San Isidro y la "denuncia" ante el Centro de Estudios Legales y Sociales fueron medidas presentadas por Alberto Bovino.

Sería escencial saber qué clase de elemento probatorio tiene el fiscal Long para vincular las amenazas o advertencias con las cinco medidas que menciona, pues él ha declarado, BAJO JURAMENTO, que los tres abogados mencionados "cumplieron" con dichas advertencias por el hecho de que él allanó la AMBB. Y lo hizo incluso con respecto a Alberto Bovino que, contrariamente a lo que declaró el fiscal Long BAJO JURAMENTO, nada tiene o tuvo que ver con la AMBB, y que mal pudo amenazarlo cuando jamás fue recibido en la fiscalía. Pero el fiscal Petersen le dió tribuna y la cuestión de las pruebas pareció no importarle, aun cuando se trataba de dilucidar la verdad.

Una arbitrariedad más...

sábado, 9 de febrero de 2008

Anónimos

En el día de hoy los hermanos Glasman han recibido un "comentario" que, escondido en el anonimato, y usando términos irreproducibles en un medio como éste, no sólo agravia a terceros ajenos a esta página, sino que insulta a los dueños de este blog, los hijos de la víctima, y les desea sufrimientos futuros, como si el crimen de su padre y la denegación de justicia no fueran dolores difíciles de imaginar para quienes no los vivimos.

Este blog no reproducirá mensajes agraviantes y crueles de personas a quienes la vergüenza por sus insultos gratuitos y el ánimo de evadir las responsabilidades por sus dichos las obliga a esconderse en el anonimato.

Solicitamos, entonces, a todas las personas de buena fe que quieran enviar comentarios —sea que brinden su apoyo o expresen sus puntos de vista, aun cuando no coincidan con quienes administran esta página— se identifiquen con nombre y apellido, y agreguen su dirección de correo electrónico (que no será publicada).

Muchas gracias por su apoyo,

Alberto BOVINO, apoderado de Laura y Eduardo.

viernes, 8 de febrero de 2008

¿A buen entendedor...?

En la última conversación telefónica que Eduardo Glasman tuvo con el Fiscal Long en octubre de 2007, el fiscal aseguró que Laura y Eduardo habían contratado al abogado Alberto Bovino por recomendación de la Dra. Cortázar. Según indicó Long, estaba al tanto de esta recomendación por escuchas de conversaciones telefónicas entre la Dra. Cortázar y nuestra apoderada, la Dra. Moirano (ver aquí la solicitud de Bovino para obtener una copia de la autorización de la justicia para efectuar dichas escuchas). Es posible presumir que Long mencionó a la Dra. Cortazar a fin de cuestionar por adelantado la objetividad de nuestro nuevo abogado (y por ende la legitimidad de nuestra participación en la causa), ya que también subrayó que la Dra. es esposa de uno de los integrantes de la comisión directiva de la AMBB, a algunos de cuyos miembros está investigado.

Independientemente de que tenemos el mejor concepto de la Dra. Cortázar, Eduardo decidió enviar una carta al fiscal Long para volverle a aclarar las razones que nos llevaron a contratar al abogado Bovino y los medios por los cuales llegamos a él, tal como lo había hecho en la comunicación telefónica de octubre.

Aun así, el fiscal insistió con su hipótesis favorita en un correo electrónico que dirigió posteriormente a Eduardo: "Teniendo en cuenta el serio conflicto de intereses existentes en la causa, seria vital saber quién se hará o se hizo cargo de los honorarios del Dr. Bovino? El Dr. Bovino es un prestigioso penalista, autor de varios libros sobre la materia y sería un orgullo que colabore conmigo". Este correo y las declaraciones efectuadas a los medios, muestra al fiscal diciendo una cosa y haciendo otra; declarando que da la bienvenida a la posible colaboración del abogado mientras “investiga” a sus clientes y al propio abogado. En verdad, no parece investigar nada, tiene una idea fija y trata de que los hechos "entren" en esa idea.

Sin embargo, cuando la realidad se resiste a las hipótesis de Long, este no ha comprendido aún que lo que debe hacer es abandonar su hipótesis y no ignorar la realidad.




Sr. Fiscal Dr. Cristian Long

Estimado Sr. Fiscal:

De acuerdo con lo que le adelanté en nuestra última conversación, deseaba que Ud. contara con una manifestación escrita que precisara las razones de nuestra decisión de contar con una nueva representación legal.

Más allá de que la misma decisión fue sugerida reiteradamente por nuestra apoderada la Dra. Nidia Moirano —dado que el derecho penal no es su especialidad—, debido a las etapas procesales que deberemos atravesar en el juzgamiento del autor material, mi hermana Laura y yo consideramos que era necesario contratar a un apoderado legal para que nos represente en el caso abierto por el homicidio de nuestro padre, Felipe Glasman.

Por este motivo tanto Laura como yo comenzamos a averiguar por posibles candidatos y así fue como una íntima amiga de mi hermana le recomendó a Alberto Bovino, profesional quien se ha desempeñado en el litigio de casos complejos durante toda su carrera. En nuestra provincia intervino como apoderado de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina en calidad de particular damnificado en el juicio por el homicidio del periodista José Luis Cabezas,

Tanto Laura como yo hemos charlado mucho con Alberto Bovino —el abogado responsable del equipo de trabajo a quien yo apoderé como particular damnificado—. Ya en Buenos Aires, mi esposa y yo nos hemos reunido por bastante tiempo con todo el equipo. Estas reuniones han sido muy fructíferas por diversas razones. En primer término, pues nos ha permitido conocerlos y que ellos escuchen nuestra versión de los problemas y de los intereses en juego. En segundo lugar, para asegurarnos que se respeten nuestros derechos. En estas reuniones hemos puesto énfasis en la necesidad de no apresurar conclusiones ni de trabajar con las demás partes más allá de lo que la cortesía profesional lo exige. También nos tranquilizaron explicándonos que en estas causas resulta imprescindible construir una buena relación con el acusador público, sin que ello afecte en medida alguna nuestro único interés: no salir en defensa de nadie sino lograr que se enjuicie y se sancione a todos los autores materiales e intelectuales del homicidio de nuestro padre.

Por este motivo le solicitamos tenga a bien recibirlo a él o a sus colaboradores —Federico Pinto es quien más está trabajando junto con él en el caso— cuando viajen la próxima vez a Bahía Blanca.

Eduardo Glasman

lunes, 4 de febrero de 2008

La Historia de la Causa Glasman. Primera parte.

Felipe Glasman, 1939-2002

Su CV según su hija Laura


Felipe nació en Bahía Blanca en 1939. Era hijo de Fanny y José Glasman. Fanny era farmacéutica, había estudiado en Rosario cuando sólo había ocho mujeres en la facultad. Fanny quería ser bioquímica, pero debió dejar la carrera y volverse a Bahía por la enfermedad de alguien que no recuerdo.

José había emigrado con su familia de Varsovia. Su padre, un Gaucho judío, compró tierras en Moisesville. Les fue bien hasta que vino la langosta. José amaba la política y llegó a ser diputado provincial. Era radical de alma.

Felipe terminó la secundaria temprano y a los 15 se fue a estudiar Medicina a Buenos Aires. Se recibió de médico a los 20, mientras trabajaba en la guardia del hospital Fiorito de Avellaneda, uno de los pocos en los que era cómodo ser judío. El trabajo de Felipe era salir a recoger borrachos y apuñalados y llevarlos al hospital. Así, dando vueltas por Avellaneda, encontró el club de sus amores: El Porvenir.

Después de recibirse de médico, Felipe se casó con Betty, a quien había conocido a los 14. Felipe se formó en endocrinología con el Dr. del Castillo, discípulo del Dr. Houssay, enseñó en la universidad, y nací yo. Como a Betty no le gustaba Buenos Aires, nos volvimos todos a Bahía. Yo tenía 3 años.

En Bahía nació Eduardo. Felipe puso su consultorio, trabajó en el Hospital Municipal y en el Naval, y enseñó en la Universidad del Sur. Después se especializó en medicina nuclear y se asoció con unos amigos médicos para crear el Centro Integral de Medicina Nuclear.

En los 70s empezó su carrera gremial en la Asociación Médica de Bahía Blanca (AMBB) como tesorero. Al tiempo vino la dictadura militar, la AMBB fue intervenida acusada de pasar plata al ERP y nos allanaron la casa. “Betty, tenemos visitas”, le gritó Felipe a Betty que estaba en el baño. Felipe nos mandó de vacaciones a lo de algún pariente y se fue a entregar, con la excusa de que sabía que había acusaciones contra él. Así hizo público lo que debía pasar inadvertido. Alguien intercedió por él y lo dejaron en paz.

Felipe fue elegido Secretario General de la AMBB en sucesivas elecciones democráticas por alrededor de 16 años. Durante esos años, la AMBB recuperó para la ciudad dos hospitales que compró fundidos, creó el programa de ciencias para la salud y la Fundación Médica, y promovió el proyecto de la Escuela de Medicina en la Universidad Nacional de Sur. También diseñó S.O.S., un sistema de atención de la salud en épocas de crisis, que proponía la donación voluntaria de horas de atención, la participación de los médicos en el sistema de trueque, y la implementación de un vademécum con nombres genéricos. Con Felipe a la cabeza, la AMBB se convirtió en la entidad gremial médica más poderosa de la provincia de Buenos Aires.

Pero el objetivo de Felipe no era el poder gremial sino el poder ciudadano. Él creía que la participación democrática generaba los anticuerpos para expulsar y sancionar la corrupción. Que era necesario distribuir los recursos disponibles en salud para el beneficio de todos. Que sólo con libertad y solidaridad se podría defender a los médicos y a la comunidad de los poderosos interesados en el negocio de la medicina.

Por eso Felipe defendía a rajatabla la independencia política de la AMBB. Por eso promovió la escuela de medicina, los hospitales, la fundación médica, y el sistema de atención en crisis. Y también por eso denunció insistentemente prácticas políticas y económicas que consideraba avasalladoras de los derechos de los médicos y de la comunidad. Lo de siempre: funcionarios públicos de salud que desarrollaban actividades incompatibles con sus funciones, creación de mecanismos de prestación de servicios de salud que beneficiaban a quienes ocupaban puestos políticos, adjudicación de licitaciones sin previo llamado a concurso, falta de legislación que impidiera este tipo de irregularidades… . No era poco. Para Felipe, ser actor del proceso democrático significaba practicar y sostener los valores de la solidaridad, el compromiso y la ética. Por eso sé que la herencia de Felipe no está en sus cuentas bancarias. Y por eso también sé que Felipe no tenía precio.

Felipe era emprendedor, comprometido, y testarudo. En febrero del 2002 se mandó a Buenos Aires a pedir fondos para lanzar la escuela de Medicina en la Universidad del Sur; venía insistiendo con ese proyecto desde hacía 10 años. El país estaba fundido y la gente trataba de sobrevivir con los bancos cerrados y sin fondos. Nadie hubiera pensado que valía la pena hacer ese viaje en ese tiempo y lugar. Pero él creía en la legitimidad de su causa y no había quien lo pare. O por lo menos eso pensábamos.

También era un hombre feliz; disfrutaba apasionadamente de todo lo que hacía, del trabajo, de la interacción con la gente, de la música, de la comida. Era austero y tenía gustos simples. Manejó un Falcon de los 70s hasta que cumplió 60 años. El auto no tenía calefacción ni dirección hidráulica y te sacaba músculos cuando doblabas, pero a él le divertía tener un auto así. Cuando el Falcon no dio más, lo cambió por un Renault 11, viejo, también sin dirección hidráulica, aunque con calefacción. Ese fue su último auto. Lo mataron cuando subía al Renault, volviendo a casa.

Le gustaba caminar por Buenos Aires, cortarse el pelo en una peluquería de la Avenida de Mayo, acompañarnos al trabajo en el subte, los perros y los chicos. Le encantaba el tango, a veces reo y a veces no; siempre quería ir a un bar a ver a alguna banda cuando nos visitaba en Nueva York; se acercaba a los músicos, les daba charla y les compraba un CD que nunca escuchaba.

Le gustaba sacar yuyos del jardín, escribir, leer, y discutir. Era charlatán, jodón y cariñoso, pero se ponía insoportable cuando algo andaba mal con su computadora Rebeca. Le tenía miedo al dentista pero no a hablar. No tenía ni idea de cómo poner un tornillo pero sabía construir. No le gustaba leer ficción, ni el cine, ni la TV, pero sí la historia, la política, la filosofía y la ciencia; leía varios libros a la vez y los recordaba todos.

Aparte del derecho de morir en su cama, pienso que la vida sólo le adeudó dos cosas: Ver la escuela de medicina en marcha, y conocer a sus nietos. Se había preparado toda la vida para ser abuelo.

Lo que tuvo, lo consiguió con pasión, inteligencia, integridad y trabajo.
Dos libros había sobre su mesa de luz el día que lo asesinaron: Uno era una compilación de ensayos sobre desigualdad económica y salud. El otro, “La responsabilidad de vivir” de Karl Popper…

Era el 28 de agosto de 2002 y tenía 63 años.