miércoles, 22 de octubre de 2008

Apropiarse de la derrota

Por Jorge Jinkis

Hay que saber perder, se dice, y eso significa, entre otras cosas, respetar las reglas del juego cuando el resultado es la derrota. Hay algo menos fácil todavía: hay que saber qué significa perder y qué se pierde cuando ya no se trata de un juego.

La cara de satisfacción que encuentro en el resentimiento desconcertado de Beatriz Sostnisky, en la grosería destemplada de Asad, en el ensoberbecimiento mediocre de la actuación de Long y de algunos pequeños miembros del coro, me recuerda el regreso de Suecia después de la goleada, presentándose sin vergüenza como ¡campeones morales!

Pasaron 6 años de un crimen mafioso realizado por un sicario, y se celebra un fallo por homicidio simple cuya finalidad es cepillar algunos nombres para que queden lustrosos en próximas elecciones y olvidar el marco político corrupto que programó un asesinato trágico para la polis.

Escribo esto para decir que nadie se confunda, que somos los dueños exclusivos de la derrota, que no se la cedemos a nadie; la derrota es de la familia de Felipe Glasman, de sus amigos del alma, de los nuestros, de la infinidad de personas que con generosidad solidaria hicieron suya esta causa alentando que se realizara una investigación seria que pudiera aproximarse a la verdad de lo sucedido.

Hemos fracasado en este intento. Aunque no nos detendremos aquí, es imprescindible decir que este fallo es una derrota que nos duele. Debemos reconocer que hoy la verdad circula por las cloacas de la ciudad. Es doloroso decirlo, pero es imprescindible decirlo para que la justicia y la verdad, puedan alguna vez volver a correr por aguas más limpias, desenredadas de las impericias programadas lejos de toda espontaneidad inadvertida.

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