El fallo en Bahía Blanca funcionó como un golpe altisonante en un tambor desafinado. Hizo ruido, pero no se sabía bien hacia dónde iba el estruendo. El caso Glasman, el del médico asesinado por denunciar los negociados del sector Salud bahiense, tuvo ayer su primera sentencia después de seis años de perpetrado el crimen; sentencia elevada, pero no meritoria. Vicente Colman, carnicero y ex marino de la ESMA, fue condenado en fallo dividido a 27 años de prisión por el homicidio simple de Glasman, con el agravante del uso de arma de fuego, aunque la ausencia de pruebas presentadas por el fiscal Cristian Long impidió que Colman fuera condenado como sicario, o sea, haber cobrado para asesinar al médico. Y si cobró es porque alguien estaba interesado en que ocurriera. En ese punto se abren las tremendas grietas que presenta el caso, entre ellas el pedido de recusación que el propio fiscal recibió de parte de los hijos de Glasman. “Pedimos su apartamiento hace varios meses. Nunca nos dio acceso a las pruebas. Con él, el horizonte de la investigación no es oscuro, es negro”, dijo a PáginaI12 Alberto Bovino, abogado de los hijos de Glasman.
El Tribunal en lo Criminal (TOC) 1 de Bahía Blanca, integrado por los jueces Enrique Montironi, Mario Burgos y José Luis Ares, condenó a Vicente “Tito” Colman (51) a 27 años por “homicidio simple”, con el agravante de haber sido cometido con el uso de un arma de fuego.
La noche del 28 de agosto de 2002, Felipe Glasman, entonces presidente de la Asociación Médica de Bahía Blanca, salió de su consultorio en la calle Saavedra 335 de esa ciudad en dirección a su Renault 11, que había dejado estacionado a cuadra y media de allí. Al llegar a la calle Villarino, se le acercó un hombre (que luego se determinó que se trataba de Colman), le dirigió unas palabras en buen tono como para no alarmarlo, y luego le disparó una vez en el pecho y, con la víctima ya en el piso, lo remató de otro balazo en la cabeza. Glasman llevaba 1600 pesos y un maletín con documentación. Los 1600 pesos quedaron intactos, y le robaron el maletín, con lo que los investigadores descartaron el asesinato con intención de robo.
Las denuncias de los familiares apuntaron rápidamente al crimen por encargo, a los intereses del negocio de la salud y funcionarios corruptos que Glasman atacaba con sus denuncias. Pero las investigaciones del fiscal Cristian Long fueron perdiendo impacto y, al mismo tiempo, provocando divisiones importantes del lado de la querella. A tal punto que los hijos de Glasman, Laura y Eduardo, se apartaron de su madre, Beatriz Sosnitsky, como querellantes, en absoluto desacuerdo con la línea de investigación (o de desinvestigación) que llevaba Long, con quien acordaban Sosnitsky y los representantes de la Asociación de Médicos.
“Long perdió testigos, parecía que defendía a un grupo en lugar de acusar, dijo que continuó adelante con el caso por ‘afecto a la viuda’, y no puede decir eso. Si es un fiscal no tiene que hacer falta que tenga afecto con nadie para avanzar con el caso –dijo a este diario Jorge Jinkis, cuñado de Glasman–. Nosotros de ningún modo podemos seguir adelante si la investigación está en manos de Long.”
En el tribunal hubo diferencia de criterio. Mientras que los jueces Ares y Burgos consideraron que no se habían encontrado pruebas de que se tratara de un crimen por encargo y dieron por probado el “homicidio simple en los términos del artículo 79 del Código Penal con el agravante previsto en el artículo 41 bis según la Ley 25297por haberse empleado en el hecho un arma de fuego”, el juez Enrique Montironi consideró que había pruebas suficientes para condenarlo por homicidio por encargo, tal como había pedido el fiscal Long. “No consiguió una sola prueba del homicidio por encargo –dijo Bovino–. Nosotros podremos investigar en ese sentido, pero no podemos estar acusando ante el periodismo a personas y después resulta que no tenía pruebas para sostener la acusación.”
La perspectiva de la fiscalía parece planear sobre otro mapa. “Esto es un primer paso para conocer la verdad y ahora viene todo el resto de la parte que no estamos muy lejos de conocer, ya que queremos saber qué es lo que sucedió con el autor intelectual”, afirmó Long al término del juicio. “Haber llegado hasta aquí es un paso muy importante, porque hubo obstáculos y recusaciones”, aseguró Long.
Beatriz Sosnitsky, viuda de Glasman, dijo que “creo que va a terminar bien y se va a saber quién lo mandó a matar. No va a pasar mucho tiempo para que lo sepamos”, en diálogo con radios de Bahía Blanca. El optimismo no era compartido por sus hijos, Laura y Eduardo, ni por Jorge Jinkis y Sara Glasman, cuñado y hermana de la víctima.
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